El ozono irrita las mucosas y ataca principalmente las vías respiratorias, los ojos y el tejido pulmonar; cuando se inhala, el ozono penetra profundamente en los pulmones. Además de los cambios en los parámetros de la función pulmonar, las concentraciones más elevadas de ozono provocan síntomas subjetivos como ojos llorosos, dolores de cabeza, falta de concentración e irritación de las vías respiratorias, que se acompañan de una disminución del rendimiento físico a medida que las concentraciones siguen aumentando. Se calcula que alrededor del diez por ciento de la población es especialmente sensible al aumento de las concentraciones de ozono.

Los valores umbral de la CE para el ozono se definen de la siguiente manera en la Directiva 2008/50/CE:

Valor medio durante 8 horas (protección de la salud): 110 µg/m3
Valor medio durante 1 hora (información al público): 180 µg/m3
Valor medio durante 1 hora (activación del sistema de alerta): 360 µg/m3