Mi lugar favorito de Wiesbaden es uno en el que no paso mucho tiempo, pero por el que paso en bici todos los días después del trabajo. Es la plaza frente a la iglesia luterana, al principio de la Mosbacher Straße.

Aquí todo es perfecto: mientras que en el centro de la ciudad hacía calor y había polvo, aquí arriba me recibe la sombra de los poderosos árboles de las avenidas y el ruido de la ciudad se desvanece en la zona residencial vecina.

Y luego, por supuesto, está la propia iglesia de Lutero, un conjunto modernista construido por Friedrich Pützer y terminado en 1910. Pützer también proyectó salones parroquiales y casas parroquiales para la iglesia. Se trataba de una funcionalidad completamente nueva en la construcción de iglesias de la época. Un enorme tejado abarca muchas partes del conjunto, que se integra armoniosamente en los edificios circundantes. El enorme tejado es también una obra maestra de la técnica. Llama la atención el diseño coherente de la Lutherkirche. Friedrich Pützer quería liberarse del lastre del pasado y por ello buscó nuevas formas. Como resultado, el exterior y el interior de la Lutherkirche se convirtieron en una magnífica iglesia Art Nouveau. El portal decorado con mosaicos, que puedo ver desde la Mosbacher Straße, también contribuye a la belleza exterior.

Pero la Iglesia de Lutero no es sólo magnífica. Combina esplendor y comodidad como casi ninguna otra iglesia. Su tamaño y su interior no tienen nada de imponentemente fríos; al contrario, son acogedores. Por eso, cuando paso por delante de esta plaza, no sólo reduzco la marcha de mi bicicleta, sino que me desconecto yo mismo, respiro aliviado y me deleito con el patrimonio arquitectónico de Wiesbaden.